Como confeso admirador del Eastwood director ansiaba el estreno de American Sniper. Desde 2008, cuando el veterano realizador presentó dos magníficos títulos como El intercambio y Gran Torino, en la que incluso retomaba su faceta de actor hierático y malencarado, sus diferentes propuestas han deambulado por temáticas y géneros dispares sin sobresalir más allá de la corrección. Invictus, Más allá de la vida, J. Edgar o Jersey Boys no son malas películas, pero carecen de la garra y fuerza de historias como las de Mystic River, Million Dollar Baby o la imperecedera Sin Perdón. El listón siempre ha sido muy alto tratándose del californiano y, al menos, hemos de concederle la indulgencia cuando su cine carece de los quilates de su buen puñado de cintas imprescindibles.
A El francontirador la situaría en el grupo de trabajos aceptables pero no memorables. Filmes bien ejecutados, ajustándose todos los elementos (reparto, fotografía, ritmo…) a un propósito, pero carentes de esa brillantez latente en una película para la posteridad. Me imagino que al bueno de Clint le encantaría saber cuál es el ingrediente secreto que separa una película corriente de la obra maestra. Como espectador yo tampoco sabría concretarlo, puesto que mi única guía es el pellizco emocional dejado por cada filme tras su visionado. Supongo que serán sutiles detalles y la providencial coincidencia de todos en una misma producción. Ni Ridley Scott era consciente de estar dirigiendo un clásico cuando rodaba Blade Runner, ni Coppola cuando esbozaba junto a Puzo el guión de El Padrino.
La propuesta es básicamente un laudatorio a un héroe de guerra norteamericano. Con el verismo propio de cintas como En tierra hostil, aquí no hay burdo heroísmo al estilo de las secuelas ochenteras de Rambo. Tampoco la cinta se pierde en grandes introspecciones psicológicas ni en debates éticos en torno a la cuestionable contienda iraquí. Nos relata la vida de Chris Kyle, un seal considerado el francotirador más letal del ejército (160 bajas le avalan). Kyle es mostrado como un patriota y un marido ausente para su familia por su abnegada vocación marcial. Como cinta de acción tampoco destaca, salvo por su certera y realista recreación de las guerras modernas. Podría haber explotado más el duelo de pistoleros entre Kyle y un francotirador sirio, al estilo de la gran Enemigo a las puertas, pero esta trama se queda en episódica. Al final, la película es un homenaje a un hombre considerado leyenda por sus ‘hazañas’, y el recuerdo a un tipo cuya simplista visión de la sociedad reducía ésta a tres clases de personas: lobos, ovejas o perros pastores. Kyle, tal como lo aprendió de su padre, siempre tuvo clara su elección.