Mystic River comienza narrando el origen de los traumas del personaje de Tim Robbins, raptado de niño cuando jugaba en el barrio. En El intercambio, partiendo de un suceso real ocurrido en Los Ángeles en 1928, Eastwood vuelve a adentrarse en un escalofriante relato con niños como víctimas. Y lo hace con una narrativa concisa, describiendo sus personajes al margen del tópico y sin trampear la trama en haras de la sensiblería efectista. Pareciera como si su economía de gestos como interpréte la hubiera sabido traducir en una realización sobria, clásica la llaman algunos, en la que todas sus decisiones están al servicio del filme, desde la elección del reparto hasta la fotografía o la música que el propio Eastwood compone para ‘acunar’ las imágenes.
Una sobrecogedora historia cuya aterradora y verdadera faz se muestra conforme caen sus espeluznantes capas.
Pero, bajo su pátina de ritmo sereno, El intercambio ofrece una sobrecogedora historia cuya aterradora y verdadera faz se muestra conforme caen sus espeluznantes capas. Todo da comienzo en una tranquila mañana de sábado. Christine Collins (Angelina Jolie), madre soltera, ha de dejar solo en casa a su hijo Walter durante unas horas para acudir al trabajo. A su regreso, su preocupación por la ausencia de éste se tornará en angustia a media que pasan las horas. A partir de aquí dará comienzo un triple relato interrelacionado: el de una encoraginada madre que, respaldada por un reverendo (John Malkovich) eregido en el azote de la corrupción policial, no cejará en su lucha porque continúe la búsqueda de su hijo; el de un indignante enjuague orquestado para lavar la mala prensa de la corrompida policía angelina; y el de un escabroso caso de asesino en serie.
Con la maestría ya exhibida en sus últimos filmes, el otrora impávido forajido de los westerns de Leone vuelve a rubricar una película rayana con la perfección artística. Nada desentona en esta película, lo estridente no tiene cabida en ella y su poder narrativo dimana de un estilo ya identificable con el de uno de los más valiosos directores del cine norteamericano de la última década.
Otras opiniones…
José C., de Cine: «Eastwood puede presumir de no usar ninguna trampa para contar los hechos, tampoco acude a los énfasis, a las megafonías, a jugar con la información. Si en algún momento suena su voz, detrás de la tensión desquiciante, suena parecida a un lamento, a una tristeza infinita, casi poética».