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El magnetismo del líder mesiánico


¿Cuáles serán los ingredientes de esa atrayente pócima con la que algunos líderes rocían a su población sumergiéndola en un sentimiento de ciego seguidismo? ¿Quizá una mezcla de carisma, falsa empatía conciudadana y dosis de populismo a granel? Lo desconozco, aunque todos los líderes autoerigidos en salvapatrias han sabido jugar a la perfección con todos ellos.

Título: El último rey de Escocia (The last king of Scotland)
Dirección:
Kevin Macdonald.
País: Reino Unido.
Año: 2006.
Duración: 121 min.
Género: Drama, thriller.
Interpretación: Forest Whitaker (Idi Amin), James McAvoy (Nicholas Garrigan), Kerry Washington (Kay Amín), Simon McBurney (Stone), Gillian Anderson (Sarah Merrit).
Guión: Peter Morgan y Jeremy Brock; basado en la novela de Giles Foden.
Producción: Andrea Calderwood, Lisa Bryer y Charles Steel.
Música: Alex Heffes.
Fotografía: Anthony Dod Mantle.
Montaje: Justine Wright.
Diseño de producción: Michael Carlin.
Vestuario: Michael O’Connor.
Estreno en Reino Unido: 12 Enero 2007.
Estreno en España: 23 Febrero 2007.
Web: www.foxsearchlight.com
En MuchoCine.net:

Idi Amin, presidente ugandés entre 1971 y 1979, es retratado con estos rasgos en El último rey de Escocia, cinta dirigida por Kevin Macdonald en la que sobresale, por encima de otras de sus virtudes, la excelente interpretación del siempre espléndido Forest Whitaker. Como en otros regímenes africanos, asistimos a la ascensión del presidente entre una abrumadora aclamación popular. Allí no importa que el líder se haga con el cargo armas mediante; de hecho, es moneda común en estos países donde la palabra democracia sólo sirve de eslogan. Una vez asentados en el poder, estos personajes de nula cualificación (supuestamente, Amin era analfabeto) son vistos como la mágica solución para todos los males del país. Pero, como la ilusión es de suyo efímera, al poco tiempo comenzará a aflorar el reverso más oscuro de toda dictadura.

Además de la cara del Amin coleguilla y simpático, El último rey de Escocia muestra otra muy distinta a través de los ojos de un joven médico escocés elegido por aquél para su cuidado personal y el de su vasta prole. Y Whitaker, con la perfección característica en él, consigue aunar en su interpretación los variopintos rasgos de la personalidad del ex presidente ugandés: por momentos, ingenuo e infantil, aunque, en el fondo, un aterrador sádico que, conforme su mandato se hacía más autoritorio y menos productivo, se vio apoderado por un paranoico pavor a un atentado contra su vida. Y ya se sabe que, en cerebros de limitada capacidad neuronal, la violencia suele ser la respuesta común a toda amenaza. De forma que, al término de su sangriento mandato, los historiadores cifraron en 300.000 el número de ugandeses pasados a cuchillo por el régimen de este ex campeón de boxeo.

Aunque algunos de los elementos de su trama suenen a tópicos y no terminen de funcionar (la posible relación adúltera entre el Dr. Nicholas —James McAvoy— y Sarah Merrit —Gillian Anderson— parece cerrada en falso), la cinta ofrece un notable retrato sobre el extraño poder de seducción que estos líderes advenidos como antídoto universal ejercen sobre la gente, sea más o menos letrada. Y de paso, con El último rey de Escocia, el cine vuelve a contribuir con su testimonio a denunciar otro de los tantos genocidios cometidos en África mientras en Occidente mirábamos para otro lado.

OTRAS OPINIONES…
Rosenrod, de Dioses y Monstruos: «Lejos de tentaciones simplistas o maniqueas, y perfectamente dirigido, Whitaker construye un monstruo verdaderamente humano, lo que le hace aún más temible».
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Cineahora: «Una película que tampoco no es que sea redonda ni extraordinaria, sinó más bien irregular, ilustrativa y voluntariosa, y con algun toque efectista a lo “Un hombre llamado caballo” dudoso».

Blog de cine escrito por Matias Cobo.

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