Syriana, El buen pastor, El espía o Caza a la espía comparten con El topo una visión del agente secreto alejada por completo de convenciones cinematográficas típicas de las propuestas más comerciales. Este tipo de profesionales son más valiosos por su capacidad para obtener información y relacionarla que por su destreza con un arma o sus dotes como conquistador. Porque el espía es más un analista que un héroe de acción, un extra tras los focos que un protagonista del primer plano. Estos relatos nos dan la oportunidad de acercarnos a sus vidas con mayor verosimilitud. Normalmente los veremos en prolijas investigaciones, en turbias situaciones de dudosa legalidad y, en caso de fallar, serán usados como peones prescindibles de un tablero manejado por otros.
Un relato minucioso, pausado, que no lento, y espléndidamente recreado sobre una investigación del espía retirado George Smiley
La película de Tomas Alfredson, cuyo talento salió a relucir tras la magnífica Let the right one in, hereda el relato del ex espía y novelista John Le Carré. La novela Calderero, sastre, soldado, espía ya contó con una primera adaptación en 1979 en una miniserie de la BBC para TV. Aunque el personaje principal de este relato, el espía George Smiley, también ha servido de inspiración para obras como Llamada para un muerto, cinta del realizador norteamericano Sidney Lumet. En la versión de Alfredson se ofrece un relato minucioso, pausado, que no lento, y espléndidamente recreado sobre la investigación del espía retirado George Smiley en relación a la infiltración de un topo en la cúpula del MI6, la agencia británica de inteligencia.
La acción se enclava en plena Guerra Fría, período en el que el KGB y la CIA mantenían un pulso por disputarse secretos ajenos en una escalada de tensión armamentística entre los bloques occidental-capitalista y el oriental-comunista. Los británicos, tradicionales aliados de los norteamericanos, sospechan que un agente está pasando información a los rusos. Las sospechas de Control (John Hurt) se acrecientan tras una fallida misión en Budapest. Deja el liderazgo del Circus, dirección del MI6, acompañado por su fiel agente George Smiley (Gary Oldman). A la muerte de Control, Smiley retomará sus pesquisas desde el exterior de la agencia pero contando con la colaboración de agentes aún en activo.
Con una sobria dirección, un soberbio trabajo actoral de todo el reparto (a Oldman y Hurt les acompañan grandes intérpretes como Toby Jones, Ciarán Hinds o Colin Firth) y una cuidada ambientación, la cinta de Alfredson confirma al sueco como uno de los mejores realizadores europeos. Habrá quien espere más acción y velocidad en el relato, pero prefiero quedarme con la minuciosa disección psicológica de sus personajes o con su valor testimonial acerca del trabajo del espía, tan gris por su desempeño como relevante por la información sensible que maneja.