Los medios hablan de unos Oscar políticamente incorrectos. En las nominaciones lo han sido, pero tengo yo mis dudas de que este furor criticista se apodere de una gala generalmente tibia y muy controlada. El mejor ejemplo, cuando coincidieron en 2003 con la guerra de Irak. A excepción de Michael Moore, a quien muchos abuchearon por decir lo que pensaba claro y bien alto, los glamurosos asistentes al evento no dieron mucha coba política. Ni nuestro reivindicativo Almodóvar estuvo demasiado explícito en sus anunciadas críticas cuando recogió el premio al mejor guión por Hable con ella. Reproduzco, a continuación, para ejemplificar lo que no es cortarse un pelo, lo dicho por el director de Michigan en aquella gala:
De ahí mis dudas de que finalmente premien a Paradise Now como mejor cinta de habla no inglesa, pese a haber recibido ya la mayoría de galardones previos: Globo de Oro e Independent Spirit Awards. El filme, sobre dos terroristas suicidas palestinos, y del que he leído y oído excelentes opiniones (aún la tengo pendiente), al parecer ha levantado un gran revuelo entre un grupo pro israelí ante la posibilidad de que gane el Oscar. El pasado viernes ya enviaron una petición a la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas para que la descalificara de la competición por considerarla una apología del terrorismo y, además, han enviado varios mensajes personales a los académicos para que no la voten.
A muchos israelíes tampoco les han gustado Munich y las dudas morales de su protagonista, un agente del Mossad reclutado para asesinar a los terroristas palestinos autores de la matanza de Munich. Quizá por eso, y pese a ser uno de los predilectos de la industria hollywoodense, Spielberg se vaya de vacío de la gala.
¿Cuánto habrá de incorrección a la hora de premiar? La solución, a partir de la madrugada del lunes.