Henry Marsh tiene posiblemente la profesión más delicada y fascinante que existe. Henry Marsh es neurocirujano, uno de los mejores del mundo. Esto significa que se ve obligado a hurgar en el cerebro de las personas. Con unas pinzas bipolares coagula los vasos sanguíneos que recorren su superficie, hace una incisión con un bisturí pequeño, introduce una fina cánula conectada a un aspirador quirúrgico y, con la ayuda de un microscopio, se abre camino por la sustancia blanca en busca del tumor. De su pericia y su pulso depende en muchas ocasiones que un paciente recupere la visión o acabe en una silla de ruedas. Hay días en los que salva vidas, pero también hay jornadas nefastas en las que un pequeño error o una cadena de infortunios lo hacen sentirse el ser más triste y solo sobre la faz de la Tierra.
En Ante todo, no hagas daño —título extraído del principio supremo de la medicina, atribuido a Hipócrates de Cos en torno al 460 a. C. — , Marsh acerca a los lectores el día a día de su especialidad, una montaña rusa de emociones opuestas, descubriéndonos cuantos misterios sigue custodiando el cerebro y los múltiples riesgos, limitaciones, dudas y conflictos morales a los que se enfrentan los neurocirujanos en la mesa de operaciones.
Con una honestidad sorprendente, el autor desmonta la ilusión colectiva de que la neurocirugía es un arte de microprecisión tirando a infalible en manos de unos profesionales serenos, objetivos y de pulso perfecto. Escogido Mejor Libro del Año por el Financial Times y The Economist, y finalista del Guardian First Book Award y del Costa Book Award, Ante todo, no hagas daño es un conmovedor y aterrador testimonio en primera persona de los triunfos y las catástrofes que ocurren a diario en los hospitales, al tiempo que una mirada experta a ese enigma inconmensurable que da cobijo a nuestras células grises.