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Críticas

Herencia corregida y aumentada


¿Se puede hablar de una resucitación del género zombie? Quizá no sea para tanto, pero sí resulta ya indudable el tirón de los últimos años de este tipo de cine, antaño vituperado, hoy reconocido como válida referencia artística para abordar la autodestructiva naturaleza humana. Argumentos favorables a estas tesis los encontramos en el regreso de George A. Romero con Land of the Dead, o en el excelente tributo rendido a éste por el talentoso Zack Snyder en su ‘remake’ de Dawn of the Dead, o también en la sorpresiva 28 días después, del británico Danny Boyle, embrión de la secuela ahora dirigida por el canario Juan Carlos Fresnadillo. Aunque, en rigor, tanto en el trabajo de Boyle como en el de Fresnadillo no son zombies quienes devoran a sus semejantes, sino seres humanos contagiados por el virus de la ira.


Título: 28 semanas después (28 weeks later)
Dirección: Juan Carlos Fresnadillo.
País: Reino Unido.
Año: 2007.
Duración: 99 min.
Género: Acción, Terror, ciencia-ficción.
Interpretación: Robert Carlyle (Don), Rose Byrne (Scarlet), Jeremy Renner (Doyle), Harold Perrineau (Flynn), Catherine McCormack (Alice), Imogen Poots (Tammy), Idris Elba (general Stone), Mackintosh Muggleton (Andy).
Guión: Juan Carlos Fresnadillo, Enrique López Lavigne, Rowan Joffe y Jesús Olmo.
Producción: Andrew Macdonald, Allon Reich y Enrique López Lavigne.
Producción ejecutiva: Danny Boyle y Alex Garland.
Fotografía: Enrique Chediak.
Montaje: Chris Gill.
Diseño de producción: Mark Tildesley.
Vestuario: Jane Petrie.
Estreno en Reino Unido: 11 Mayo 2007.
Estreno en España: 29 Junio 2007.
Web: www.fox.es/
28semanasdespuessite

Aún recuerdo el fascinante arranque de 28 días después, con el protagonista Cillian Murphy, aturdido y en bata hospitalaria tras despertar de un coma, paseando por un Londres inhóspito y devastado. Era el prometedor arranque de un trabajo, a mi juicio, menos logrado en el resto de su metraje. Aquella cinta se situaba en plena expansión del virus de la ira por toda Gran Bretaña, y ya contenía ingredientes habituales del género zombie, como la conversión de nuestros seres queridos en caníbales a los que debemos matar para sobrevivirles y evitar ser uno más de ellos. Las dudas de nuestro subconsciente emotivo hacia nuestros seres queridos, rápidamente, sucumben a un agudizado instinto de supervivencia. Y es que en estas dicotomías tan extremas, casi siempre privilegiamos nuestro pellejo frente a cualquier otra flaqueza emocional.

En 28 semanas después nos ubicamos en un escenario distinto. La epidemia está controlada, tropas internacionales han tomado las calles de Londres y todos los enfermos de ira parecen haber muerto en su totalidad por inanición. Es el momento de la reconstrucción y del regreso de miles de refugiados para reencontrarse con los pocos supervivientes y compartir con ellos un nuevo comienzo. Pero toda precaución es poca a tenor del alto riesgo que supondría un rebrote de un virus de tan fácil y rápido contagio. Toda la ciudad está tomada por una coalición de tropas lideradas por el ejército norteamericano. Francotiradores apostados en las cornisas de los edificios, controles de acceso para acceder a los distintos anillos de seguridad y soldados en el transporte público conforman el paisaje con el que son recibidos los refugiados recién llegados. Todo parece controlado hasta que un hecho tan insólito como esperanzador cambiará el reinante clima de tensa calma: una mujer ha sido encontrada fuera de la zona segura y, pese a ser portadora del virus, no ha desarrollado la enfermedad. Su sangre podría contener la clave para hallar una vacuna.

Con estos elementos juega Fresnadillo para rodar un cinta adscrita a un género que, como se aprecia por el resultado de su trabajo, respeta escrupulosamente. De la rica ambientación y de espectaculares secuencias como la del helicóptero (principal guiño ‘gore’ del filme) se desprenden un mayor desembolso monetario para esta cinta producida al rebufo del éxito de su predecesora. Pero el director de esperanzador debut con la interesante Intacto consigue aterrorizar mejor cuando sugiere más y muestra menos, como en la claustrofóbica escena de los ciudadanos ‘protegidos’ en un búnker subterráneo convertido en letal ratonera. Y como es norma en las buenas cintas de este género, la metáfora propuesta por Fresnadillo es tan clarividente como aterradora. La apuntaba en su gran comentario en La Butaca Miguel A. Delgado (aka, Rosenrod, del blog Dioses y Monstruos) y, con su permiso, la tomo prestada. Nuestra parte más humana y emocional es tanto el clavo incandescente que puede salvarnos, como el peor de nuestros defectos capaz de conducirnos a la autodestrucción. Una paradoja que, como queda demostrado en el epílogo de la película, deja entrever un pesimista porvenir para nuestra especie.

Blog de cine escrito por Matias Cobo.

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