La meteórica carrera de Nolan sigue con paso firme. Y apenas han pasado 14 años desde su atronador despegue con la icónica Memento. Tras su breve paso por el bajo presupuesto con un corto y un largo a finales de los 90, el londinense no tardó en dar la talla y situarse como uno de los directores más talentosos de su generación. En esa lista se podrían situar nombres como los de Fincher, Aronofsky, Thomas Anderson, Synger, Snyder o los Wachowski, entre otros. Cada uno con un estilo propio e identificable, pero todos dotados de creatividad para suscitar gran interés con cada nueva propuesta.
Retoma señas de identidad de su particular modo de relatar a base de giros y sorpresas para sostener la atención a lo largo de un metraje que, en este caso, casi bordea las tres horas.
Tras cerrar su modélica trilogía de Batman con El caballero oscuro: la leyenda renace, el realizador de Origen vuelve a rodar una historia de su creación y de su hermano Jonathan, colaborador habitual y mano derecha del cineasta. No lo hacía desde aquel sobresaliente filme protagonizado por Di Caprio y, en Interstellar, retoma señas de identidad de su particular modo de relatar a base de giros y sorpresas para sostener la atención a lo largo de un metraje que, en este caso, casi bordea las tres horas. Le vuelven a sobrar explicaciones argumentales y secuencias para aclarar y enlazar ideas; una querencia habitual de Nolan perceptible en el largo epílogo.
La cinta nos sitúa en un futuro distópico en el que nuestro planeta se agota y la humanidad está abocada a abandonarlo para sobrevivir. Un ingeniero aeronáutico reconvertido a granjero liderará la misión destinada a hallarnos un nuevo hogar. Y Cooper (estupendo Matthew McConaughey) deberá enfrentarse a un brutal conflicto: renunciar a su familia para salvar al mundo. Esa base argumental le sirve a Nolan para reflexionar acerca del progreso científico y la humanidad, sobre cómo nuestra prosperidad reside en nuestra capacidad de amar, nuestro mejor atributo.
Con una estética de ciencia ficción realista, el filme nos embarca en una aventura épica, en la resolución de una ecuación imposible a través de la heroicidad de un hombre corriente movido por el motor del amor paterno-filial. Y hay más derivadas presentes en una narración potente cuya principal virtud es encontrar el equilibrio entre espectáculo y emoción, entre acción y reflexión. El resto de elementos, como una factura técnica solvente, una música evocadora del maestro Zimmer, o un reparto brillante con Michael Caine, Anne Hathaway o Jessica Chastain, entre otros, convierten a Interstellar en otro jalón más en la carrera de un director capaz de hacer películas ‘grandes’ con valor artístico y sello de autor.