Siempre habrá un cine sustentado por la fuerza de un relato, la empatía con sus personajes o la humanidad de su historia. Y siempre habrá espectadores para estas propuestas, cuya calidad y recomendación vía boca a boca ensanchan su distribución más allá de sus fronteras de origen. Los franceses suelen exportar con frecuencia sus películas. Su cinematografía está plenamente consolidada y cuenta con músculo financiero para grandes producciones, pero sus triunfos allende los Alpes se corresponden más con el cine del que hablaba al comienzo. Un cine reivindicable en dos propuestas como la desternillante Díos mío, ¿pero qué te hemos hecho? y la estupenda La familia Bélier.
La familia Bélier
(2014, Eric Lartigau)
Cine indie, dramedia o etiquetas similares encajan con esta cinta que es, sencillamente, espléndida, de las que a uno le dejan un buen sabor de boca a la salida de la sala. Un presupuesto comedido no resta un ápice de calidad al filme de Lartigau, sostenido por un reparto desconocido pero brillante en la interpretación y, sobre todo, por un guión modélico. Su historia es la de una familia atípica formada por dos padres y un hijo adolescente sordomudos, además de Paula, la hija mayor, única de los cuatro con voz e intérprete para cuestiones relativas a la empresa familiar. Viven de los productos obtenidos en su granja en una población rural. Además de presentar situaciones cómicas a costa de los equívocos en las traducciones, la película propone una bonita historia acerca de las encrucijadas de la vida, de las elecciones o renuncias que debemos hacer. En suma: personajes entrañables, música, silencios y muy buen rollo.
Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?
(2014, Philippe de Chauveron)

La cinta de Chauveron, ya en distribución fuera de salas, basó su atronador éxito en reírse a mandíbula batiente de estereotipos o prejuicios étnicos y raciales. El hilo conductor del relato son las continuas decepciones sufridas por el personaje del veterano cómico Christian Clavier: un padre ilusionado con una boda tradicional para alguna de sus cuatro hijas. Tanto él como su esposa, tan patriotas franceses como católicos tradicionales, sueñan con la típica boda, pero, una tras otra, cada una de ellas decepcionará sus expectativas con parejas alejadas de su ideal. La cinta es una concatenación de brillantes gags cuyo propósito principal, el de hacer reír, cubre con creces, además de tender puentes entre razas, culturas y credos para evidenciar que, en el fondo, no somos tan distintos unos de otros. Una comedia endiablamente divertida con una moraleja muy conveniente para nuestras sociedades multiculturales.