Cuenta el director de origen indio que la historia de La joven del agua comenzó a desarrollarla en paralelo a la de El bosque. Por las noches, Shyamalan le contaba a su hija la historia de esta ninfa surgida de una piscina y, conforme avanzaba en su relato, iba incorporando distintos elementos mitológicos para adornar este cuento cuyo final, como el de todos, tiene moraleja. Y a diferencia de la de El bosque, donde el mensaje es más pesimista sobre el hombre y su vida en sociedad, en la moraleja de La joven del agua se deja un poso de esperanza, de fe en las posibilidades del hombre para revertir su sombría situación actual. Si los personajes de El bosque rechazan a un mundo percibido como hostil, el protagonista de esta cinta, el personaje de un portentoso Paul Giamatti, decide emprender el camino contrario, pese a haber sufrido, al igual que aquéllos, la crueldad de este mundo. A él, como a otros personajes de este cuento vestido con ropajes contemporáneos, le acucia la necesidad de seguir creyendo en algo. Quieren, necesitan saber su misión en este mundo. La misteriosa ninfa, a la que pone rostro una etérea Bryce Dallas Howard, les situará ante preguntas que los cambiará durante la búsqueda de las respuestas.
Con una estética y elección de planos cada vez más personal, Shyamalan demuestra a cada nuevo filme un reconocible sello de autor, tanto por la elección de sus temas como por la manera en la que decide desarrollarlos. Usa el género fantástico para abordar cuestiones actuales y, por eso mismo, sus personajes no son extraordinarios ni poseen cualidades sobrehumanas. A muchos puede que no guste este estilo por considerarlo como un especie de gato por liebre, al vender cine de terror en los ‘trailers’ y ofrecer un relato bastante alejado de los convencionalismos del género en las películas. Pero no queda duda de que este particular director va camino de convertir sus filmes en obras de culto, a juzgar por la expectación generada por cada nuevo estreno filmado por él.
Y como le suele ocurrir a otros directores-autores, o uno entro en el juego de las propuestas fílmicas de Shyamalan o se queda fuera y frustrado. A mí me enganchó esta película de cabo a rabo. Todo en ella está en su sitio: el trabajo de los actores, la magnífica banda sonora de James Newton Howard y el ritmo narrativo del relato. El único borrón quizá provenga de la decisión de Shyamalan de autoreservarse un papel de tanta relevancia dentro de la historia. Bien está que, a imitación de Hitchcock, haga una mínima aparición durante el relato, pero aquí se le ha ido la mano. Él no es actor, y eso se nota en demasía cuando comparte escenas de cierta emotividad con quienes sí lo son. Y finalmente, el guiño cómico de esta cinta, por cuenta de un crítico literario y de cine, tiene mucho de ajuste de cuentas personal, dado el poco aprecio con el que es recibido el trabajo de Shyamalan en su país. De hecho, hastiado de tanto varapalo, el director ha dejado caer la idea de no trabajar más allí y venir a rodar a Europa. Aquí, como a otros artistas de su especie, seguro que se le recibe magníficamente.
Otras opiniones…
Rosenrod, de Dioses y Monstruos: «A pesar de sus defectos, La joven del agua es una película estimulante, un proyecto original y personal, hermoso por momentos, y emocionante desde los preciosos títulos de crédito».
Jose, de Cine: «Shyamallan nos propone en esta película la entretenida tarea de releer los personajes de una comunidad como estereotipos actuales o como personajes mitológicos».