Muchas de sus partituras para los spaghetti western de Leone merecían por sí mismas un Oscar que nunca recibió. Pero, sin duda, la magnífica banda sonora que Morricone compuso para uno de los mejores filmes de De Palma, Los Intocables, debió ganar el Oscar de 1988 a mejor banda sonora (premió con el que se hizo David Byrne por El último emperador). Cómo recrea aquellos años de apogeo de la mafia de Capone en Chicago, o cómo subraya los instantes más emocionantes de la cinta (por ejemplo, la muerte del agente Jim Malone interpretado por Connery) constituyen todo un ejemplo magistral del papel sublimador que una banda sonora debe jugar en una película. Os dejo una secuencia cuyo impacto no sería tal sin la notas del maestro italiano, aunque otras muchas podría seleccionar de este filme modélicamente musicado. Espero que os guste.
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