De entre los personajes franquicia de Marvel, Spider-Man va ya por su segunda secuela de películas. La primera, dirigida por Sam Raimi y protagonizada por Tobey Maguire, supuso la eclosión y espaldarazo al fenómeno del cine de superhéreoes. Gustó mucho aquella primera entrega, mejorada en una segunda con un temible Dr. Octopus como villano principal, aunque la trilogía se cerró en falso con un deslucido tercer capítulo. Las cintas de Raimi captaron la esencia del personaje de cómic: un adolescente huérfano atribulado por una responsabilidad sobrevenida coincidiendo con la muerte de su tío Ben, figura paterna para Peter Paker. Sus problemas sentimentales también han sido un lugar común en los relatos del héroe arácnido. Todo ese universo creado por Stan Lee, Steve Diko y Jack Kirby vuelve a estar presente en una segunda saga cinematográfica, ahora conocida como ‘reboot’, dirigida por Mark Webb y protagonizada por Andrew Garfield.
Al personaje se le ha querido dar un toque más desenfadado, divertido y con unas dosis de drama más rebajadas
Y ya desde la primera entrega, con Lagarto/Dr. Curt Connors como villano y Gwen Stacy como novia de Parker, al personaje se le ha querido dar un toque más desenfadado, divertido y con unas dosis de drama más rebajadas. Siguen los inevitables conflictos para un joven con unos poderes adquiridos por sorpresa que le sitúan ante la titánica tarea de proteger a Nueva York de terribles malvados. Pero los productores han debido pensar que quizá era necesario añadir más acción y comedia para distanciarse de la primera secuela. Ahora, en este segundo episodio, Garfield es ya un Parker más maduro, aunque no ha dejado atrás su aspecto desaliñado y su carácter desenfadado.
La película, cuyo relato se adentra en la búsqueda de los orígenes de los poderes arácnidos, cuenta con Electro y Duende Verde como villanos, e incluso se apunta la aparición, para la próxima entrega, de clásicos antagonistas del Hombre Araña como Rino o el mítico Dr. Octopus. La cinta funciona como vehículo para el puro entretenimiento y el disfrute de excelentes secuencias de acción. No defraudará a los seguidores del héroe ni a quien sólo pretenda distraerse con una aventura adrenalítica.
El filón de los superhéroes de cómic
Los superhéroes de las viñetas han hecho del cine un canal habitual para relatar sus aventuras. Antes sus apariciones eran tan contadas como sonadas. Lejanos quedan ya los Superman ochenteros de Richard Donner, o los góticos Batman de Tim Burton en los noventa. Pero la tecnología lo cambió todo a finales del pasado siglo. Con la perfecta integración de los efectos digitales con la acción real, las traslaciones desde el basto y creativo mundo del tebeo eran más plausibles y resultaron de lo más rentables en términos de taquilla. Tan es así que emporios editoriales como Marvel o DC ya tienen el cine como uno de sus principales negocios y no se limitan a ser meros revendores de derechos sobre sus obras. Ahora promueven proyectos y deciden su enfoque creativo. Y la propia Marvel le debe al cine su supervivencia y éxito actual tras haber bordeado su desaparición a mediados de los noventa. Pero su alianza con Sony primero, y con Disney ahora, ha convertido a ‘la fábrica de las ideas’ en un pilar de la industria.