Suele pasar de vez en cuando. Hay pequeñas películas norteamericanas que, eclipsadas por la ingente cantidad de productos yankees de saldo, se estrenan tímidamente en España. Su escasa promoción, a veces, es inversamente proporcional a su calidad artística. Por fortuna, el alquiler de DVD aún sale al rescate de quienes no pudimos disfrutarlas en las salas. Éste es el caso de El leñador, una cinta financiada con dinero independiente y en la que su propio protagonista, un espléndido Kevin Bacon, se rascó el bolsillo para sacarla adelante. El filme cuenta la historia del pederasta Walter tras su salida de prisión. Intenta superar su mal, pero su reinserción social se le hace cuesta arriba por la constante estigmatización que sufre. Walter quiere despredenderse de su obsesión por los niños, pero las personas de su alrededor no le dan ninguna oportunidad y le han condenado a perpetuidad. El sucinto relato (87 minutos) describe con precisión la evolución psicológica de Walter y deja en evidencia la, a veces demagógica, actitud de quienes ven en Walter un apestado sin posibilidad de redención: él no nació siendo ese monstruo que todos ven e intenta reponerse. Sólo Vickie (Kyra Sedgwick), una compañera de trabajo, le apoyará en su dura travesía.