Piedad alienígena
A Robert Wise le preocupaban nuestros devaneos con las bombas nucleares como posibilidad de exterminio terráqueo cuando rodó en los cincuenta la película ahora ‘remasterizada’ por Scott Derrickson. En cambio, este joven curtido en el género de terror (El exorcismo de Emily Rose, Hellraiser: Inferno) ha actualizado la premisa devastadora encaminándola por el asunto del cambio climático apadrinado por Gore. Pero ambos coinciden en que sea un marciano con aspecto humano quien nos lea la lección y, con aires de redentor, venga a darnos una segunda oportunidad.
Título: Ultimátum a la Tierra (The day the Earth stood still)
Dirección: Scott Derrickson.
País: USA.
Año: 2008.
Duración: 103 min.
Género: Drama, ciencia-ficción.
Interpretación: Keanu Reeves (Klaatu), Jennifer Connelly (Dra. Helen Benson), Jon Hamm (Michael Granier), John Cleese (profesor Barnhardt), Jaden Smith (Jacob Benson), Kathy Bates (Regina Jackson).
Guión: David Scarpa; basado en el guión de Edmund H. North para la película «Ultimátum a la Tierra» (1951), dirigida por Robert Wise.
Producción: Gregory Goodman, Paul Harris Boardman y Erwin Stoff.
Música: Tyler Bates.
Fotografía: David Tattersall.
Montaje: Wayne Wahrman.
Diseño de producción: David Brisbin.
Vestuario: Tish Monaghan.
Estreno en USA: 12 Diciembre 2008.
Estreno en España: 12 Diciembre 2008.
Web: www.ultimatumalatierra.es
El argumento, con innegable tufillo a catecismo cristiano, podría haber dado para mucho más de no ser por su mediocre, previsible y moralizante discurrir. El hierático marciano Klaatu, al que da vida un apropiado Keanu Reeves por su inexpresividad, viene resuelto a aplicar un plan de salvación de la Tierra que implica el exterminio de la raza humana, principal responsable de haber puesto nuestro planeta a un palmo del abismo. Primero pide parlamentar con los principales líderes políticos mundiales en la ONU. Pero no tiene ocasión porque aquí, cual paletos aterrados, recibimos a nuestra primera visita extraterrestre a cañonazos. Mal empezamos, si se trata de convencer al forastero marciano de que no somos para nuestro planeta como termitas para la madera.
Pero el argumento resulta tan sucinto que el personaje de Klaatu tan pronto es descrito como un representante de diversas civilizaciones llegado con una inamovible misión de destrucción o, según avance el guión, como un soberano plenipotenciario capaz de tomar por sí mismo la decisión de si indultarnos o erradicarnos. La decisión penderá de si este frío aunque empático marciano halle rasgos de nuestra propia humanidad que valgan la pena. Los tópicos se acumularán en este tramo y cerrarán la película con una trillada moraleja. No me convence. Prefiero la simpatía del menudo E.T. o las despiadadas relaciones que el cine nos ha deparado con otros alienígenas como aliens o predators.